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El finde viajé con mi vieja a Buenos Aires. Me pidió como regalo de sus setenta años un viaje juntos. Con mami la relación mejoró con los años. En terapia es un tema recurrente. Los padres. A mí solo me queda ella. Mi viejo murió a los cincuenta y cinco, yo tenía veintisiete años.
Yo me fui de casa muy de pibe. A los veinte años mi objetivo, como se dice ahora, era encontrar un laburo que me permitiera independizarme. No me importaba la calidad de explotación del trabajo, si por el contrario esa chamba, me iba dar la posibilidad de vivir solo y poder escribir.
Como hijo único siempre estoy solo. No me aburro, para mí es algo natural. Cuando estuve en pareja, unos quince años, encontré a esa persona que me dio la chance de estar solo aunque estábamos juntos. A lo primero como todo el enamoramiento es ansiedad excesiva y vértigo. Después esa etapa se calma y se vive más tranquilo. Tuve la suerte de tener un vínculo, como se dice ahora, muy lindo. Pero el amor no es para siempre, me costó darme cuenta con el tiempo. El amor se termina y hay que ser muy valiente para dar ese paso. No todo dura. Esto nos sirve para pensar la realidad política que estamos pasando.
Mi mamá mide un metro cincuenta y no terminó la escuela primaria. Sin embargo es una persona muy fuerte y muy optimista. Nunca en mi vida la vi deprimida. Un poco soy de envidiarle sanamente, si es que existe tal cosa, esa especie de inmediata esperanza que tiene hacia casi todas las vicisitudes prácticas de la vida. Ella me dice que soy un amargado y mala onda. Pero le retruco contestándole que cuando escribo, que es lo que más me importa, soy bastante lúdico y jocoso. Entonces ahí me da la razón.
Una vez cuando tenía veinte años entró a mi habitación y vio algo que había escrito. Eran unos versos muy malos. Todavía los recuerdo. Decían algo así como que los ingleses tenían una sola hora para tomar el té, que es como popularmente se sabe, a las cinco de la tarde. Y que nosotros los argentinos no teníamos esa justa hora para tomar mate, que lo hacíamos todo el tiempo sin importar, precisamente, el tiempo. Entonces ella agarra y me dice, “yo no entiendo nada de literatura ni poesía, pero eso que escribiste está muy bueno, tenés razón, te va a ir bien con eso”.
No siempre mi vieja me dijo cosas lindas o alentadoras, quizás hubo más peleas que otra cosa. Pero eso que me dijo aquella vez, me sirvió. Sobre todo porque recién estaba arrancando a escribir. No sabía que mierda iba a ser de mi vida, o sea, estaba re perdido. Y eso me dio fuerza para sentirme seguro con la nueva aventura que estaba por arrancar.
Tuve más suerte que Watanabe al menos, que contó una vez que su madre le dijo, cuando le mostro un libro suyo: “escribes mierda y la envuelves en papel precioso y brillante”.
El gran tema de la vida, los padres. Están los que alientan y los que no tanto. Los que sobreprotegen demasiado y los que se le va la mano con dejar hacer. Yo no soy padre, no sé cómo sería ser eso. Tampoco tuve hermanos. No sé compartir, frases hechas que me dicen cada tanto, pero soy bastante generoso.
Zulema y Sergio se conocieron en Paraná en un carnaval del club Echagüe. En la década del setenta. Muy pibes los dos. De familias pobres. Muchos hermanos, necesidades. Hijos de padres no profesionales. Con el Rodrigazo toman la decisión de irse a Buenos Aires. Tenían unos primos y amigos que estaban allá. Pero nada más. Zulema iba con trabajo de sirvienta y Sergio no tenía nada, salvo unos pesos, pocos como para aguantar un mes una pensión.
Mami me contó que cuando llegó al nuevo trabajo duró un día. La vieja cheta la quería explotar. Entonces consigue un trabajo con cama adentro de otra familia. Mientras mi viejo seguía en la pensión. Donde dormía con la billetera apoyada entre la cabeza y la almohada para que no se la choreen. Después consigue trabajo en de mozo en Las cuartetas, la fomosa pizzeria de av Corrientes, donde Diego se come una de muzza antes de casarme con Claudia en el Luna Park. No sé si algo tendrá que ver que el único hijo que tuvo le salió poeta.
Después papa se pasa al rubro de limpieza en un banco alemán, el Deutsche Bank. Plena dictadura y el único rubro que prospera es el financiero. Casi como ahora. No me pregunten cómo lo hizo, mi viejo sin secundario, termina contratado por la firma del banco y logra ser subtesorero. Meritocracia, astucia, ambición. Ni idea. Yo me llamó Julián porque el gerente de ese banco se llamaba así. Y le salió de garante para alquilar la casa. Lo único que sé de ese otro Julián, es que era un tipo piola pero mi viejo me contó que era re mujeriego, siempre andaba teniendo embrollos por el deseo.
Zulema y Sergio se casan en el año setenta y ocho no hay fiesta, no había parientes. Alquilan un departamento en Av. Santa fe. Cuando a mi viejo lo trasladan a la sucursal de San Justo, se mudan a una casita en Mataderos. Ahí nazco yo en el 83’. Mama después pierde dos embarazos. El destino estaba marcado. No ibas a tener hermanos, juliancho.
Setiembre de 2024. Con Mami fuimos a la feria de Mataderos. Nos tomamos el 168 hasta Av. Directorio. Porque el 180 x 155 sigue siendo un cole, bondi para que entiendan los porteños, fantasma. Domingo juega Nueva Chicago. Se suben hinchas. Todo es verde y negro. Vamos a la famosa feria. Mami la ve muy distinta. Casi ya no hay espacio verde donde alguien no haya tirado una manta y no nos quieran vender algo. Ya no queda casi el parquecito. Zulema no quiere dar el brazo a torcer con su apoyo a Milei y la situación. Ya no discuto. Me cayo y me agarro a la baranda del silencio. Somos dos generaciones muy distintas y nunca vamos a entendernos. Nuestro país nos hizo así. Esa tensión en los extremos de las ideas políticas que tanto nos hizo lo que somos.
Comemos unos choris sentados a los pies de un árbol mientras vemos pasar los espectáculos folclóricos de la feria.
El cielo empieza a descomponerse. Sale a trotar un vientito feo. Los puestos se levantan rápidamente. Nosotros volvemos a la par de los vendedores que suben en caravana por Directorio. Esperamos el 168 que nos lleve a la zona de Retiro.
Hasta acá creo que estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.