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Leo en el ensayo de Martín Gambarotta Cómo no leer a Shakespeare. Que esta en su resiente libro Literatura de base “En Shakespeare los personajes (que no conocen el recurso hallado por Joyce) casi que hablan solos. Y escribir en verso es lo más cercano a hablar solo. Se piensa en verso. Se delira en verso. Se venera en verso. Por las venas corren versos. Por eso los personajes de Shakespeare hablan en verso. Le hablan a su conciencia y, a su modo, le están hablando a la eternidad. La escritura es la antesala de la enfermedad mental, el último recurso antes de ponerse a hablar solo”.
Nadie quiere volverse tan loco pero todos queremos escribir buenos versos. Y es un poco estar al borde del abismo. Pero a su vez, también pienso, que ese pedazo de tierra comida ante el gran agujero, se puede ir capaz estirando. Porque el lenguaje poético, forma y sentimiento, (como dijo hace pocos días Martín Prieto en el Argentino de literatura en Santa Fe) no tiene límites.
Cuando tenía 21 años escribía canciones. Me gustaba el rock. Pero me di cuenta de algo. Que me quedaba muy poco espacio, y además que había demasiada normas, que de alguna manera me limitaban a decir lo que yo quería. Es ahí cuando me pongo a escribir poesía. A estirar un poco más el terreno del barranco donde finalmente nos vamos a caer, pero todavía no.
El verso tiene que ver la respiración. Comunmente se suele decir que existe una diferencia entre versos masculinos y femeninos, que los primeros presentan más longitud, por una mayor capacidad de resistencia física. No tienen que ver con la calidad. Y la verdad esta teoría hoy se caería si alguna gym girl se pondría a escribir poesía.
El enter se presiona cuando exhalamos.
Quería volver a lo de la locura de hablar solo y la poesía frenando ese desenlace trágico de manera hermosa. Ponele. A la locura la imagino, un poco infantil, una especie de distorsión en la conciencia. No sé por qué la noto un dolorida aunque llena de colores y errores. Como si fuera un gif. Quizás sea un alivio después de tanta realidad. Igual no quiero llegar nunca a la locura porque siempre quiero seguir escribiendo.
A veces miro un punto fijo en el piso e intento evadirme de la realidad consciente, pero se trata de una maniobra media lela. No consigo salir del planeta tierra con la mente. Es demasiado loco persarlo. Estamos parados sobre una esfera suspendida en algo todavia más enorme y que continúa expandiéndose. Y todavía no sabemos ni cómo llegamos ni a dónde vamos.
Es famoso lo que se cuenta de James Joyce que si no fuera por la escritura, el irlandés iba derecho al hospital de salud mental. Lo salvaba escribir ¿Será que la palabra escrita tiene más sanación que la palabra hablada? No me quiero meter en terreno psicoanalítico porque no sé nada. Quiero seguir siendo poeta. Como bien escribió Wallace Stevens en su hermoso librito de Adagios:
“La poesía sólo se revela al hombre ignorante”
Hay personas que les hablan a las plantas y es normal hablarle a los animales. Aunque de ellos no obtengamos una devolución sonora de las palabras. Y comunmente se dice que se parece mucho a estar loco, si uno hace eso.
Ahora a veces cuando voy por la calle veo a alguien que habla solo, pero en realidad está hablando por celular con un manos libres. Entonces se hace más difícil notar a aquel loco que habla solo en la calle, en esta nueva vida contemporánea digital. También puede ser que se armé toda una logística estructural de aparataje y que simule que habla por celular para ocultar la locura. No hay loco que no sea vivo, como también se sabe decir.
La poesía más que la prosa tiene esa capacidad de jugar al borde de la locura. Porque aunque el espacio sea reducido, el espacio del poema, las palabras tiene que resonar fuerte, ser grandotas. Dejar una marca. Digamos que tienen que pesar. Por lo menos la poesía que más me interesa.
No sé si las palabras sanan, si escribir es un alimento saludable. Lo que sé es que amplía el límite hacia el abismo. Soportás más el inevitable desbarrancar. Nada salva, nadie salva, apenas se puede aguantar.
Recitar poemas es lo contrario a hablar solo. Por eso a mí me gusta tanto. En el fondo no quiero volverme tan loco.
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.