Las paredes de los barrios con la literatura en aerosol del pueblo

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Estaba tirado mirando una de Ridley Scott en Disney. Y ahora esa plataforma te tira publicidades al medio de las pelis. Primerió en esta nueva temática de cobrar una moneda más para pasar de ser un usuario base a ser uno plus.

No pasa nada. Las reglas del mercado. La publicidad que me muestra es una de ML, la empresa amarilla de Galperín. En la que aparece el cantante del momento. El Charly García de los pibardos, el Duki.

Lo banco. Me cae piola. En la publicidad suena un tema suyo, que se llama Barro de su último disco Ameri.

Pero no voy a detenerme en el disco. Ni siquiera quiero detenerme en una canción. En lo que sí me quiero parar es sobre una barra, como le dicen los traperos, a los versos.

La barra en cuestión de la canción del Duki dice “Y mi mejor frase, en la pared pintada”. Sigo tirado en la cama esperando seguir viendo The Martian pero esa publi de MP y más particularmente ese verso de la canción del Mauro Ezequiel Lombardo me hace acordar a otra barra, perdón verso, de otra canción, de otro año.

Y quiero ensayar un poquito acá. Mientras mi mente sigue con la vida del pobre Mark Watney (Matt Damon) abandonado en Marte no dejo de pensar en esa gran frase de Solari en Vencedores vencidos del año 1988 “Me voy corriendo a ver qué escribe en mí pared la tribu de mi calle”.

Las dos líneas hablan de más o menos lo mismo. En las dos barras la situación es la misma. Una frase escrita/ pintada en una pared. Una canción es del año 1988 mientras que la otra es de 2024.

Pero algo las diferencia. Dos generaciones ya no se acoplan. Algo cambió en los letristas.

No soy un experto en análisis de canciones y menos que menos en las alegorías del paranaense Carlos Solari. Pero a esta canción siempre la imagino como que el Indio se escapa de algo, de una sociedad que ya no puede ni quiere entender. Contexto argento del 88’ una hiper terrible a vísperas del último levantamiento armado, fallido, de tomar el poder con armas, como finalmente sucede en el 89’. Aunque algunos hoy la flasheen con una remake de Montoneros o ERP yo ni la veo.

Un muro de Berlín que comienza a tambalear. La esperanza de un mundo que se termina para siempre. Solari buscando el refugio amoroso de la tribu que escribe en el barrio, en su pared. Algo que lo aferre al pasado. Una sabiduría de la tribu, del pueblo, que el lndio quiere contemplar, antes que no queden ya ni paredes, con la globalizante caída paradigmática del occidental accidente.

Del ni vencedores ni vencidos de Justo José de Urquiza del siglo XIX no quedó ni uno en pie a finales de los ochenta del XX.

Un mudo con tu voz y un ciego como yo que ya ni se entienden, se fugan, se hacen humo. Empañan Ray Bans en baños turcos, comiendo migajas. Ante la derrota horripilante, el héroe calvo de las masas busca volver al barrio y ver qué siente su tribu, su gente. De alguna manera imagino que busca el calor y la filosofía colectiva. Para no sentirse tan abandono, solo.

Ahora bien pasan treinta y seis años, el país sigue llamándose Argentina pero algo cambió. Las bandas ya no van al cielo aunque siga habiendo paredes para pintar. Y según Duki la posta ya no la bate el pueblo, sino que es él mismo el que quiere verse reflejado en su propia barra grafiteada por sus fans. El medio es la pared levantada pero no hay mensaje si el mensaje lo da el que triunfa.

Toda la canción, Barrio de Duki, es un reflejo de una época. Como la de Solari fue el reflejo de la suya. Nos guste o no. Duki llena un Vélez como Los redondos te llenaban un Racing en 1998. Nos guste o no. Los dos, a su manera, productos de entretenimientos sobre sistemas neoliberales. Aunque las letras del Duki son menos combativas que las del Indio y se las nota más el reflejo de lo individualista que se volvió el mundo y la Argentina. Duki no se miente. No es arte por el arte. El mundo y la Argentina es esto. A su manera también pelea, no la caretea.

En Barro, Duki habla de una superación personal. Que les ganó a todos. Que estaba encerrado con miedo en su pieza pero que endureciéndose cambiando el aire con aire de grandeza. Hasta el abuelo está sorprendido de que su nieto, al que antes no lo junaba ni el loro, ahora es la estrella de su barrio, Almagro.

No quiero dejar de mencionar una barra que me impacta mucho de esta canción. La rima te ceba y la astucia por alcanzarla deja al desnudo un inconsciente colectivo tremendo:

No terminé el secundario/y construí mi empresa”

En épocas de marchas universitarias de resistencia, hasta la Siglo XXI promociona el hecho de estudiar como un acto revolucionario, Mauro Ezequiel Lombardo nos cuenta que no terminó el ciclo lectivo básico. Que con solo un poco de fuerza, dedicación y autodidactismo, la pegó. Esa barra no para de explotar sociológicamente en mi cabeza para tratar de entender la Argentina de hoy.

De todas maneras me gusta el Duki y su disco Ameri. Y muchos más traperos jóvenes me copan y los sigo. Pero eso no implica que a veces me calce la visera con algunas cosas que dicen con sus voces roncas.

Ojalá el mundo no se vuelva tan individualista y empresarial. Que se vuelva al refugio ameno de las paredes de los barrios con la literatura en aerosol del pueblo. Así empezó la literatura, así empezó la historia humana.

El pobre Mark Watney no murió. Con un plan bastante loco sus amigos de la Nasa no lo dejaron a pata. Mark sobrevivió solo plantando papas en la tierra roja de Marte, pero solo por un tiempo, sus amigos vinieron a salvarlo y lo trajeron de vuelta al planeta Tierra. Esta Tierra que mal que mal seguimos y seguiremos habitando de manera colectiva.

Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.