El otro día fui en Uber y me ocurrió esto. Nada, me lo tomo con calma. Iba a buscar una caja, era un pedido de e-commerce para el negocio que estoy montando. Se llama Vapor, por ahora es un misterio.
Había comprado cosas en el Hot Sale. Me subí al Uber y descubrí algo nuevo: se abrió una pequeña grieta Digo, el Uber, el trabajador de Uber, lo que trajo el liberalismo salvaje a Paraná: un trabajador del estado, un profesional… Cualquiera se sube a un coche y conduce, pero quizá no tiene experiencia, no tiene la idiosincrasia de un taxista, no conoce las calles. Más allá de la experiencia en el trabajo, es una persona en situación extrema, angustiosa. Eso lo hace distinto al taxista medio.
El taxista medio escucha Radio 10, ponele, en Buenos Aires, escucha emisoras masivas, es solo un parlante más de su auto. El tipo de Uber es otro: angustiado, trabaja de más. Uno sube a un Uber y encuentra una persona de izquierda, empática generalmente, puede ser votante de Milei o no.
Me subo y me empieza a hablar, la gente está angustiada, me cuenta su vida directamente, lisa y llanamente su vida. Me dice: “Flaco, te voy a contar cómo es mi vida. Mirá, yo vivía en Francia. El otro día me llamó mi hijo, desde Niza, hablamos todas las semanas. Qué esto, qué el otro’. ‘¿Cómo andan las cosas? ¿Cómo te va en tu trabajo?”
Nada, me dice que casi se pelea con un compañero de trabajo por una pelotudez. Le digo: “Che, cuidá el laburo”. Qué sé yo. De sorpresa me deja hablar, me hace una pregunta helada, frena el relato, la conversación. Me dice: “Papá, ¿te puedo hacer una pregunta?”. Le digo: “Sí, hijo, preguntame”. Me dice: “¿Qué votaron? Acá en los canales de televisión, hay sketch sobre el presidente de Argentina”. Le digo “nada, la gente eligió esto. Qué se le va a hacer”.
Seguimos charlando. Como pasajero, solo lo escuchaba. Le pregunto: “¿En qué año te fuiste?”. Me dice: “Te voy a contar mi historia. Yo tuve dos corralones, loco, me fui en el 2000, me fundí, loco. Me fui con mi mujer, teníamos contactos, nos fuimos. Tuvimos dos hijos, se quedaron en Niza, son ciudadanos franceses, docentes del colegio secundario”. Le pregunto: “¿Y por qué volvieron?”. “Mirá, flaco, no quería volver, mi mujer me rompió las pelotas, boludo, para volverme”, me dice el conductor de Uber, “fue así”.
Le pregunto: “¿En qué año?”. Me dice: “Fue en 2011. Mi mujer empezó a hablar con los parientes de acá, le contaban que Argentina estaba bien, compraban autos, compraban casas, todo funcionaba. Claro, porque ahí estaba Cristina. Una tarde me dice: ‘Negro, vamos a volver’. La miro y le digo: ‘No me rompas las pelotas. ¿Vos te acordás cómo nos fuimos de Argentina?’
Veía una película argentina desde atrás, era Darín, el tipo era Darín. Cuando dice: “Negra, no me rompas las pelotas. ¿Vos te acordás cuándo volvimos? ¿Cómo nos fuimos de allá? ¿Vos te acordás cómo nos fuimos?”
En la conversación aparece otro personaje de él, me dice: “Mirá”. Le pregunto: “¿Y a qué te dedicabas en Francia?”. “Hice un curso de chef, entré a trabajar en un restaurante, estuve ahí, alquilaba, nos iba bien, me hice de amigos”. Me cuenta de su mejor amigo, era español, se llamaba Paco. Me dice: “Mirá, te voy a contar una anécdota de Paco, es muy interesante para entender todo esto.
Teníamos un día franco, éramos compañeros de trabajo, nos fuimos a pescar a un mar ahí”. Qué sé yo, pasa un barco con una vela, Paco dice “verga”. En español tiene esa referencia, no es la misma que en el dialecto rioplatense, que sería “pija”. Pará, le digo: “Paco, vos sos una verga”, jodiendo. Después le explico: “Verga” en el castellano rioplatense significa el aparato viril masculino. Nos reíamos. Bueno, quedó.
Nosotros volvimos, mi amistad con Paco quedó para siempre, nos llamamos por teléfono cada tanto. Ellos, Paco me llama en 2012, me dice: “¿Cómo va todo?”. Qué sé yo, Paco ya había vuelto a España, dice: “Mándennos a esa señora, la necesitamos que ordene acá”.
Era la época del chaleco amarillo, había una cierta crisis, creo que había pegado lo de los bancos yankis y los bonos basura Lemans Brothers, la caída y todo eso.
Bueno, nada, la amistad con Paco siguió. Me cuenta, vuelve a surgir un llamado telefónico en el año 2023, previo a las elecciones, entre el balotaje y el famoso 19 de noviembre. Paco me llama, me dice: “Va a ganar la señora, va a ganar el candidato de la señora”. Agarro y le digo: “Paco, ¿sabés que no? No va a ganar la señora”. “¿Pero cómo, tío? ¿Cómo no va a ganar la señora, tío? ¿No va a ganar la señora, tío, gilipollas? ¿Cómo no va a ganar la señora, si es la que ordenó todo?”. Agarro y le digo: “No, Paco, van a ganar los otros, porque la gente está muy enojada”. Paco me dice una frase, resume todo lo que es la Argentina, me dice: “Pero tío, al final los argentinos son una verga”.
El tipo se da vuelta y me dice: “Nosotros somos una verga, somos una verga”.
Yo creo en las emociones, en las cosas espirituales, en que hay algo que trasciende lo puramente material, diríamos. Yo ahí queriendo emprender con el celular, tipo moviendo un TikTok de mi empresa Vapor, y este me está diciendo que no haga nada, que me quede en mi casa, que siga trabajando donde estoy trabajando, sector privado tranquilo. ¿Para qué quiero yo más?
Después, hablando con una amiga, discutimos sobre Gramsci, que las estructuras que la superestructura, qué pin, qué pan, qué está primero: el marxismo, el peronismo. La conclusión que sacamos es que es mejor ser argentino toda la vida.
Uno puede ser guía de turismo, puede ser poeta diez años, puede trabajar en el sector de empleado de comercio cinco años, puede montar una empresa tres años, salvar amigos, ser emprendedor, vender ropa de marca que viene en containers del ejército de salvación de Norteamérica pasando por Bolivia, contratar tres pibes, pagarles, creerte emprendedor, se te sube el humo a la cabeza, creés que sos Steve Jobs que montaste un Unicornio, después comprás un monoambiente acá en la esquina de Alsina y Villaguay ponele vienen los otros, te fundís, agarramos la bicicleta, no se nos cae la corona, volvemos, en el mejor de los casos, si no perdimos el auto. Pedido Ya, nos volvemos rappidenderos, esa es la palabra, nos volvemos rappidenderos.
Argentino hasta la muerte. Viva la patria. Buen provecho.