Ni ir más allá ni quedarse más acá

So3E06

No viví la dictadura militar. Pero hace unos meses vengo pensando que estamos viviendo algo parecido. La gente más grande quizás diga estás diciendo cualquier cosa y posiblemente tenga razón. Pero no hablo tanto del sentido del terror o violencia que bajaba desde el Estado. Sino que intento pensar por qué hay tanto silencio por parte del pueblo. Del pueblo ese al que la realpolitik debe conquistar para ganar elecciones. 

Hace un tiempo que me gusta mucho leer la historia que se vivió en los setenta. Leí los cinco tomos de La Voluntad de Caparrós y Anguita entre otros demás libros. Me agarra tratar de entender esa sociedad del pasado en mi país. Una chica una vez me dijo que tengo alma de viejo. Cuando le conté que me emociona ver cine nacional en blanco y negro. A mis viejos siempre les pregunté cómo fue vivir en esa época, en los sesenta o setenta, pero nunca tuve una respuesta que me tirara algún dato. Entonces tengo que buscar en libros y en el cine.

Hace poco vi una peli de Rafael Filippelli de 1985 que se llama Hay dos tipos abajo. Que retrata muy bien un poco esa época. La peli trata sobre la paranoia de un tipo común (periodista pero apolítico o de la sección de espectáculos) que se persigue por la actitud sospechosa de dos tipos que están abajo, parados en la esquina de su departamento. La idea del personaje de salir y ver qué onda con esos tipos lo lleva al protagonista principal (Luis Brandoni) a situaciones increíblemente modernas para la época. Que me muestran cómo eran esos tipos, aunque de clase media, por aquellos años, quizás no muy distintos a los de ahora. Hay una parte muy sorprendente en una trama de vínculo amoroso que no quiero spoliar.

Hay dos tipos abajo (Rafael Filippelli 1985)

Yo no puedo enojarme con mis padres por no haber tenido una actitud comprometida por aquellos años oscuros de mi país. No les puedo caer a ellos o sí puedo ¿el silencio es cómplice? No tenían formación académica. Simplemente eran trabajadores. Le interesaban otras cosas ¿Ser apolítico te exime de algún tipo de culpa? Seguramente que no. Vivir es comprometerse. Hubo miles de trabajadores que dieron la vida por un ideal. Entonces intento trazar un paralelismo con trasfondo social con esa sociedad en la dictadura que no se metía y ésta que vive el ajuste neoliberal con la soga al cuello sin chistar. 

Ahí encuentro, si es que los hay, puntos que se unen.

Entonces camino hasta el trabajo y también veo imágenes que se dan. Un pibe traba con una botella de Schweppes vacia la tapa del conteiner donde está metido revolviendo la basura para alimentarse. Mientras del edificio de enfrente baja un grupo de chicos y chicas que rien, con ropas sueltas, que van tipo a una playa a tomar sol ¿Así es la vida? y después paso yo con el uniforme del trabajo pensando con todos los libros que leí en la cabeza que me disparan mil cosas ver esa imagen. Pero tampoco hago nada para cambiar las cosas. 

Con el despertar del sector universitario que estamos viviendo me dio ganas de ver nuevamente Dar la cara (1962) José Martínez Suárez. Me parece una película increíble. No Jockey, no Púan. Tres pibes salen de la colimba. Tres de sectores sociales muy diferentes. Un cheto hijo de un padre cineasta famoso, un pibe de barrio que tiene talento para el deporte (Leonardo Favio) y un provinciano en Buenos Aires hiper politizado (que se lo nota dudando) que trata de recibirse de ingeniero en los años terriblemente caóticos en las universidades. De hecho se vive algo parecido como lo que se vive en la actualidad, salvando las enormes distancias. Se está debatiendo la ley Domingorena 14.557 de Frondizi que establece la validez de títulos universitarios expendidos por universidades privadas. 

Dar la cara (José Martínez Suárez 1962)

Imaginemos por un momento a los universitarios de aquellos años luchando hoy en día por el desfinanciamiento casi total de las universidades públicas. Mínimo esas disputas serían un poco más violentas, que sacar sillas y bancos a la calle, pero estamos en otro mundo. Esa batalla se recontra perdió. Ojalá no desaparezca la educación pública. La lucha contra el sistema es eterna.

Actualidad. Milei pierde cada vez más apoyo en la sociedad. Mi vieja en la última visita ya no lo nombra. Sin embargo me quedo pensando en lo que lo escucho decir a Martín Rodríguez en Gelatina, “no hay lugar donde volver”. Y no paro de pensar en esa imagen. Estamos entre la espada y la pared. Bloqueados e inmóviles. Y no sé si la culpa es de alguien, seguro es de todos. Aunque muchos queramos lo contrario a lo que pasa nunca ocurre lo que todos esperamos. La historia de las sociedades tienen caprichos que ni la propia naturaleza de los caprichos lograría entender. Milei no se va a ir y nuestros Avengers de la década ganada no van a volver para salvarnos. 

Nos va a costar un poco más esta vez pero vamos a salir. No sé cuánto tiempo. Quizás la salida no venga de arriba. Del caos se sale con más caos, se dice por ahí. Y la Argentina siempre fue un caos muy difícil de ordenar. Quizás en el deterioro se encuentre la fuerza para redactar la hoja de ruta con las nuevas herramientas para domar a la actualidad. Y así parar de sufrir un poco.

¿Cómo enganchar la vieja idea peronista de la producción y el trabajo en este mundo nuevo?¿Cómo reforzar la idea en la cabeza de las personas de la importancia del Estado dentro de sus propias vidas?

¿Cómo hacer de la producción el estandarte para levantarnos? Duhalde en la última entrevista con Rebord en Blender habla de que la única manera de sacar adelante a la Argentina es con esas famosas dos palabras que tan bien definen al peronismo. Lo mismo repite Guillote Moreno en cada aparición de stream. Duhalde habla de la fábrica de empresas que EEUU creó en la década del 50′ y el ente regulador estatal que supervisó ese funcionamiento. También habla de que en la actualidad es el país más deficitario del planeta. Que cada norteamericano debe $100.000 dólares.

¿Cómo nos hacemos productivos en un mundo tísico? Pasó el famoso 17 de octubre y la revolución más grande que tuvo nuestro país con los icónicos obreros vestidos de oberol autoconvocados en las calles pero en 1945. Ese tipo de trabajador que ya no existe más.

Ahora le caemos al progresismo con el diario del lunes. Pero cómo generamos trabajo genuino y producción para pibes y pibas que apenas terminan el secundario con leyes laborales veganas ¿Cómo nos volvemos fuertes en un mundo que parecería necesitar cada vez menos de la famosa industria pesada? Hasta el mismo Duhalde se vuelve progre y derrotista en el entrevista y habla de un futuro incierto al que se vuelve prácticamente imposible programar algo, si todo cambia de un día para el otro vertiginosamente. Con personas que van cambiando o que vienen distintas. Personas que él mismo ya no logra comprender. Dando el ejemplo de su nieto de 5 años que al ver un cuadro donde lo muestra a él como un orgulloso pescador de tiburones que cuelga de una de sus oficinas y su nieto le dice con una mirada triste, abuelo ¿por qué lo mataste?

En los setenta se hablaba de la llegada del hombre nuevo. Ahora lo que parece nuevo es el mundo. Los que nos quedamos viejos somos las personas. El hombrecito nuevo no vino nunca, lo que  llegó fue el mundo nuevo y las personas no sabiéndolo domar. O será que llegará La mujer nueva. La llegada de la mujer nueva. O eso también es pasado y lo que llegará es El no binarie nuevo. La nueva llegada del no binarie nuevo. O eso también quedó viejo y lo que viene es La llegada del algoritmo nuevo o eso también es viejo y lo que viene es La llegada de la IA nueva. Nada dura, todo cambia de un instante a otro.

No sabemos lo que va a ocurrir. Las personas siempre tuvieron ocupaciones. Tampoco quiero creer que el mundo del trabajo no va existir más. Vendrán otras formas de ganarse la vida. Y en las nuevas generaciones estará la fuerza que los acompañará. Siempre van a estar la historia argentina en los libros y en el arte que servirán de apoyo para encontrar esas nuevas armas con las que combatir para diseñar la logística humana de una nueva salida. Esperemos que tenga un final felíz.

Mejor leamos a alguien que supo de verdad el arte de conducir en tiempos difíciles

Juan Domingo Perón:

Es indudable que en todo movimiento revolucionario existen tres clases de enfoques, los apresurados que creen que todo anda despacio, que no se hace nada porque no se rompen cosas ni se mata gente, los retardatarios que quieren que no se haga nada y hacen todo lo posible para que la revolución no se realice; y, entre estos dos extremos perniciosos existe un enfoque que es el equilibrio y que conforma la acción de una política, lo cual es el arte de hacer lo posible, ni ir más allá ni quedarse más acá, pero hacer lo posible en beneficio de las masas que son las que más merecen y por las que debemos trabajar todos los argentinos. Es probable que la revolución sea vieja como el mundo y que quizá los inventores hayan sido los griegos, pero la Grecia de ese tiempo antes de hacer la revolución colocó en el frontispicio de todas sus universidades una frase que indica lo que la revolución debe ser,《todo en su medida y armoniosamente》. El peronismo siempre rechazó la violencia, el que tiene la verdad no necesita la violencia.

Creo que hasta acá estuvo bien

nos vimos el próximo miércoles.