S01 E26
Me suena el celu el sábado mientras trabajaba. Era Maxi Schonfeld que me invitaba a charlar el día antes de las elecciones. Que andaba por Paraná. Le contesto que me deje dormir una siesta y que como a las siete nos encontrábamos.
Maxi es cineasta, talentoso, perseverante, nos hicimos amigos hace unos cuantos años, cuando descubrí su cine y me animé a mandarle un mail elogiando su obra. No hay nada más importante para un artista que alguien reconozca sinceramente tus obras, pero con fundamentos, no con los famosos -me gusto mucho- esos absolutismos que están bien pero que algo le faltan. Su mirada poética sobre Entre Ríos, esa mezcla de lingüística entre el alemán y lo coloquial, los personajes que crea, las cosas que dicen sus no-actores son mejores que cualquier frase pensada en un guión escrita en un departamento. Sus mezclas disparatadas donde unos pibes pueden jugar al Street Fighter mientras afuera suena una polka alemana levantando tierra en un baile y todo en la misma secuencia. O cuando en su serie Ander egg los personajes se pierden de manera dantesca en un monte tupido y sin tiempo. Que para mí es una obra maestra.
Trabajamos juntos en un proyecto. Escribí un libro, Sombra Grande, porque me pidió que escribiera un poema sobre los Chanás. Pero yo me copé mucho y salió un libro, un poemario disperso donde le robé a casi todos los grandes poetas entrerrianos. Al final quise escribir un verso más de los 2639 versos que tiene el Gualeguay de Juanele, no llegué, no me dió la nafta. Es el poema que cierra el libro una especie de génesis de la vida que nace desde el agua entrerriana hasta que finalmente esas formas de vida moleculares se paran en dos patas y ven como se acercan los barcos europeo y empiezan los quilombos.
Maxi terminó la peli hace poco, Sombra Grande, se pasó por primera vez en el festival internacional de cine de San Sebastián este año, se estrenará el año que viene en nuestro país.
Me estaba esperando en el Museo Leguizamón. Refrescando la memoria sobre Urquiza. Tiene en mente hacer algo con eso. No tenía efectivo así que no pude pagar el bono contribución de la entrada. Paseamos por el piso de arriba. Mirando esa Argentina de la guerra civil del siglo XIX. Las armas, las divisas punzó, los sables, los cuadros. Schonfeld me dice -cómo me hubiera gustado nacer en esa época- a mí no, le digo. Después le pregunto sobre Urquiza. ¿Qué onda para vos?¿Por qué nos entregó ese 17 de septiembre de 1861 en Pavón a los porteños? -Es que sin Buenos Aires no se podía, Urquiza se da cuenta de eso- me dice Schonfeld, -tienen la aduana, el puerto- completa después.
Pero una pregunta me da vuelta la cabeza, me pongo a pensar, ¿vas a una batalla contra alguien, y decidís retirar del campo a tu ejército que iba a ganando? Para después decir ni vencedores ni vencidos, dale, no me la conteiner ¿O fue después de otra batalla que dijo esa frase?
Urquiza ya estaba cansado y era grande y decidió negociar, conciliar. Tenía 61 años cuando decidió transar con los porteños. Quizás pensó que no le daba para ser el presidente de la Argentina siendo entrerriano, que los porteños no se lo iban a fumar, que el poder de Mitre era demasiado grande aunque lo liquidará en Pavón. Que no iba a poder entrar con su caballo y su perro triunfante a la gran ciudad y sentarse en el sillón de Rivadavía como un rey a mandar. Pienso en voz alta. Me gusta eso. Pero me quedan algunas dudas. ¿Esas cosas no las pensás antes de tomar una decisión tan grande como es ir a una guerra?
Pienso pienso pienso. No termino de entender o definir mi figura sobre Urquiza. Encima esas estatuas de César, Napoleón, Alejandro Magno y Hernan Cortéz que tenía en su jardín. Referentes no le faltaban y ego tampoco. ¿Todo por ese monumento en su caballo en Palermo? De todas maneras paga con su vida su traición. A pesar de que su figura es más recordada que la de López Jordán, su verdugo. La historia argentina, nunca la entenderías.
Después compramos cuatro latas de birras antes de las ocho que empezaba la veda y la prohibición de alcohol, doce horas antes de que abrieran los comicios. Nos sentamos en las barrancas del Paraná a charlar de política. Maxi estaba muy preocupado de que desaparezcan todos los derechos adquiridos en los últimos años. Yo con un poco más de confianza en el peronismo y en la gente. A pesar de la inflación y los aumentos y la pobreza, creo en el animal mitológico que es el peronismo, como bien lo define Pepe Mujica y además del otro lado está lo peor. Del otro lado está la violencia y la dictadura. Gente muy fisura y triste y desequilibrada llena de odio que sería una distopía que llegué al poder. Acá se juegan cosas serias. No hay lugar para débiles.
Hablamos de historia ahí en la barranca y también leímos un poema de Juanele que no me acuerdo cual era. Cosas de los entrerrianos. Fuimos a comer una pizza a Peñón. Yo pedí una pinta y me la vendieron. Maxi tomó Sprite porque tenía que volver a Crespo manejando. Cuando quise pedir la segunda pinta no me quisieron vender. En eso pasó un pibe con un saco fucsia de pana pidiendo diez pesos. Yo me acordé del poema de Juanele a Gerarda Ella iba de pana azul. No teníamos efectivo encima. Pero al pibe ese lo había visto con el mismo saco fucsia de pana hace unos días en el parque. Tiene un buen look y pide diez pesos. Juro que si lo veo de vuelta le doy mil por todas las veces que no le dí diez. Maldita culpa. Por qué soy tan culposo.
Después Maxi se fue. Nos despedimos.
Yo bajé por Laprida. Se me había calentado el pico. En el 24 hs de casi llegando a Santiago me van a vender, me repetía. Compré dos latas más que me las guardo en el bolsillo y me voy a casa. Iba a poner The X files (arranqué la temp 9) pero no podía bajar de la manija de las elecciones al otro día. Me pongo a escabiar y a chatear. Hablando con compañeros. Tratando de pensar el peronismo. Mi cabeza ahí estaba full termo. Mañana -boleta azul completa- mando a grupo de whatsapp del trabajo donde hay varios gorilas. Tenía mucha ansiedad quería charlar aunque sea a través de un celu y ver que se decía en los medios. Iba y venía de los portales y grupos. Bajó al Cervantes para que me venda las últimas dos latas. El dueño me dice que sí, ya eran más de las 12 de la noche. Alguien me cuenta que en su barrio no le venden, -eso por no vivir en un barrio peronista- le contesto.
Ya estaba muy escabio. Pensaba en todos los autores que leí que me hicieron ser peronista. Me acuerdo que en una playa en Mar Azul hace unos años un pibe con una remera de los Redondos me saluda diciendo compañero, porque me vio leyendo Imperialismo y cultura, de J.J. Hernandez Arregui. Por eso soy peronista porque esas cosas solo pasan en este país, hermoso y culto, donde pibes de clases bajas pueden pagarse vacaciones, escuchar las mismas bandas y reconocer historiadores y saludarse como compañeros y nunca haberse visto antes en la vida.
Hasta que finalmente me dio sueño. Y me fui a mimir. Pero antes puse Ahí ahi de El negro tecla y miraba a la noche como empezaba a largar sus primeras gotas.
Al otro día ganamos casi por 7 puntos las presidenciales. Viva Perón carajo.
Aunque ahora a Entre Ríos lo gobernará un porteño. Otra entrega unitaria más como hace 162 años atrás o ¿Será que sin Buenos Aires todavía no se puede?
Bueno creo que hasta acá estuvo
nos vimos el próximo miércoles.