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¿Por qué nos caemos? Le pregunta Thomas a un peque Bruce Wayne en Batman inicia (Nolan,2005) y sin esperar la respuesta del héroe, el padre machaca un –para poder levantarnos-.
Nunca me gustaron los superhéroes. No tengo afinidad por ninguno. Mi héroe siempre fue John Rambo. Más allá de esto me propuse ver todas las películas del hombre murciélago. Solo para pasar el rato. Este ratazo argentino.
No recuerdo una lección así como la que recibe de guri Batman. De mí viejo recuerdo un abrazo muy fuerte que nos dimos en la calle. Pero no había murciélagos ni yo me había caído en ningún pozo, ni menos que menos había una mansión cerca. El efusivo y cariñoso gesto que encastraba mi torso al de mi viejo, tenía como in of context el famoso gol de Hugo Romeo Guerra casi al final del superclásico en 1996.
Mi viejo manguereaba sobre la calle un viejo Dodge 1500 celeste mientras que la radio estaba sobre el tapial del frente de la prefabricada, donde vivíamos. Yo paraba la oreja al relator del domingo de fútbol. Y el histórico nucazo de Guerra no hizo más que sellar para siempre uno de los recuerdos más fundacionales de mi vida. Cada vez que veo a Boca recuerdo a mi viejo.
Debe ser que estoy un poco sensible, como se dice ahora, pero ese abrazo de gol se dibuja en mi mente a través de los pinceles del pensamiento cuando veo la escena de Bruce Wayne y su padre ayudándolo a salir del pozo en el que cayó. Lo raro es que el recuerdo, por eso digo lo sensible, aparece no en el marco teórico de un partido de Boquita sino en esta película que ahora veo por primera vez.
La escena en la profundidad oscura y el padre bajando en una cuerda para rescatarlo, herramienta que luego usa Batman para salvar hasta a sus enemigos, como si fuera un Platón contemporáneo que le enseña a su pequeño hijo una enseñanza filosóficamente fundacional. La vida está arriba, fuera de la oscuridad del pozo-caverna. Si nos caemos es para levantarnos, pequeño Wayne, sabelo.
No paro de pensar que Argentina también quizás se cayó en ese pozo. Y todavía no hay noche que pueda sostener el rayo de luz de alguna batiseñal. O la cuerda o bastón de Mariscal que la jefa dejó tirado en el piso que nadie, ningún padre, lo quiso o lo quiere levantar. Mientras tanto, hasta que esa realidad ocurra, la oscuridad lo tapona todo como si estuviéramos del lado de adentro de un vaso puesto boca abajo sobre la mesa.
Pero las cosas no tienen voluntad propia para caerse desde arriba de la mesa. Entonces tampoco podemos levantarnos por sí mismos. Y ahí está una de las grandes contradicciones que tengo con éste momento tan particular.
Nadie se salva solo, existe una sociedad y no hay individuos, aunque la risa falsa del Guasón nos quiera hacer creer lo contrario. Entonces primero necesitamos un Sr. Wayne que nos extienda la mano desde más allá del pozo, que nos ayude con una soga a salir y ver que la realidad es una sola. Y no la que intenta pintarnos, a través de multiples contradicciones, paradójicamente este Joker. Puede haber interpretaciones y no verdades, diría Nietzsche. Pero una cosa es la filosofía y otra muy distintas es lavarse el pelo con un Suave cuando antes usabas un Head & Shoulders.
A veces pienso que somos demasiado jóvenes para ser viejos y demasiado viejos para ser jóvenes. Y que por eso no entendemos lo que sucede. Esa frase progresista por excelencia que nos mantiene a salvo entre absolutismos pero que no nos llevan a nada. Sino que nos dejan como un auto estacionado en la vereda que espera a que su dueño por fin venga y lo ponga en marcha. Encima la nafta está por las nubes. Así que mejor subirse a hacer círculos con las piernas a través de la tecnología de dos piñones, una más grande que el otro, enlazados a una cadena.
Pero después me levanto a la mañana y predo la radio y escucho al Joker criticar a Fontevecchia porque se tiñe el pelo y le dice “se pega una carmeliada bárbara”. Qué significa la palabra CARMELIADA la puta que te parió, nasheeee se re enojaba. O capaz escuché mal el termino. Pero de movida me resulta una palabra viejisima, ochentosa o más antigua.
¿De verdad los pibes tienen de héroe a un tipo que dice carmeleada? El presidente no tiene onda. Los wachos que lo siguen no tienen onda. Nosotros tampoco tenemos onda. La oposición no tiene onda. La cultura no tiene onda. La música no tiene onda. La política no tiene onda. En los vínculos no hay onda. En la economía no hay onda. En los trabajos no hay onda. En el arte no hay onda. En las familias no hay onda.
No hay nada, nada de nada. Nada y más nada. Triste nada. Malísma nada. Donde tendría que haber algo hay linda, saludable y pura nada.
¿Por qué hay algo y no más bien nada? Se preguntaba Martin Heidegger en pleno siglo veinte para subrayar en el pizarrón de la historia la pregunta fundamental. Que hacía incapie en el miedo a la nada, como característica fundamental que definía la condicion humana.
Todavia ocurre un poco esa falta, tan necesaria de todos modos y tan dolorosa a la vez, pero cada vez menos. Siento que ahora por el contrario falta algo. Que estamos hartos de la nada. Y quizás para que ocurra necesitamos embarrarnos sobre el piso del pozo. Estar ahí tirados un muy rato largo. Para poder pensar qué nos está ocurriendo.
Ayer el Sabio loco me contó una frase muy buena que escuchó de Durán Barba que decía inundados de información, se deja de lado la formación. Y se trata de una simple machetazo de la palabra. Pero es tan claro el pensamiento que nos deja esa frase.
Lo único que pienso es que va a ser duro salir de esta saga agarrándonos de la soga. Y capaz recién arranca, quizás estemos viviendo en la peli parte uno. Quisiera ser más optimista. Pero estoy sensible y no me sale. Hoy no me sale.
Va a estar complicado volver a la formación, a creer en algo, a volver al algo. Después de tanta nada, anodina y desabrida.
Ojalá la noche deje un espacio para un haz de luz a través del tiempo nos deje ver un poco de claridad. Como una esperanza. Para que veamos que hay algo más arriba del pozo en el que caímos desde la nada.
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.