Saltos y derivas o de cómo se le da sentido a una ciudad. Parte II

Me considero un hombre con suerte. Mientras escribía la primera parte de esto, me encuentro con un ensayo de Juan Terranova en la revista Paco. Ahí, con el nombre de Un libro no es un arma, el muchacho se detiene a leer una cita de Negroni. La frase, claro, está en Instagram y tan cargada de errores que le duele el ojo a Terracota. Se frena, para descuajeringar esa publicidad y mostrar sus errores.

La cita de Negroni es inexacta, desacertada y errada: habla, por ejemplo, de una escopeta de aire comprimido, objeto inexistente si los hay. Aún así, “la comparación –con todos sus pifies, o gracias a ellos– expone una verdad” dice Tierrabomba y es la misma idea que tengo sobre un verso de Podestá: lo equivocado también puede ser bello.

No son tanto las ideas de Terrybogard las que me llaman la atención sino su procedimiento. Pero no soy el único al que este pequeño método de Livitnova le pasa advertido: al final del texto de la Paco, hay un comentario: “Un ensayo para desmentir una frase de un libro en una publicidad de Instagram? Buscate un laburo honesto Juan.” Con poca sorna, siendo que podría haberle dicho Juan Perraboba, el trogg muestra la matrioshka de nuestros escritos: Instagram-imagen-ensayo.

¿Qué le pasa a Terranova para que sea empujado a un trabajo tan poco honesto? ¿A donde va con la escritura resorteada por un post? El corazón del asunto es mostrar un otro sentido posible a un desplazamiento, mostrar su revés pegándole de revés. Este pensar en el detalle y en la trama, tiene el estilo del Freud de la Interpretación de los Sueños, que se resume en la siguiente frase: “Ustedes, peces gordos, no interpretaron sus sueños, ahora son míos.”

Scrollear no deja de ser un movimiento de los bolos oculares. El cambio de vía, del observar al escribir, que producen ciertas imágenes en nosotros, es inesperado, pero para lo que hay que estar disponibles: estar al acecho de lo que no se muestra. Acá es donde se produce un knottenpunkt en relación al salto de programa de la Betty Sarlo y marchamos para algún lado.

La idea de salto de programa, es desarrollada por la Sarlo en Viajes, un libro del 2014. En el prólogo, arma esta categoría con muchos ejemplos de sus propios viajes. Para resumirlo, el salto de programa es aquello que escapa a lo que planeamos, pero que le da otra tajada de sentido: es lo que transforma un viaje en experiencia: stapple. La Sarlo explora las temporalidades posibles de estos saltos, dice por ejemplo, que un viaje puede mostrar otro sentido quince años después. El salto de programa, dice también la Sarlo, sólo le ocurre a ciertos tipos de viajeros, aunque acontezca en el viaje más turístico que exista.

Imposible de calcular, el salto de programa podría ser aceptado sólo si tenemos un espíritu para aquello. Si abrazamos lo esquivo que nos torea y nos detenemos. El amor es detenerse solía decir un amigo. Para disminuir velocidad, hay que tener ciudadanía en otro país, el de la infancia y es entre los dos países que se arma una frontera, que alguna vez una Montes llamó indómita, como territorio de todo lo bueno. Condicional y popular, sería entonces, el reino de los que buscan.

Mi pregunta sobre como habitar una ciudad, sobre cómo darle sentido o sobre qué es, hace traer el salto de programa a lo transeúntico: ¿Cómo movernos, entonces, de otra forma? ¿Cómo sería moverse en una ciudad, póngase Paraná, con el salto de programa como brujabrújula? ¿Cómo hacer para seguir viajando sin dejar esta ciudad? ¿Cómo ensanchar nuestras fronteras? ¿Cómo reencontrar el brillo de lo perecedero en esto que parece eterno? ¿Cómo acceder a ese otro país? El salto de programa, la escritura de Terranova, nuestra propia sorpresa parecería decir que en lo cotidiano puede acontecer el milagro.