En otros mundos posibles para la historiografía del arte entrerriano existen escuelas artísticas de pocos miembros, escuelas de uno, dos o tres. Escuelas sin maestrxs, o sin alumnxs. Existen aquellas escuelas donde los roles de sus integrantes no están del todo definidos, o que fluctúan. Con el tiempo pude reconocer la Escuela Conceptual de Baja Insistencia Entrerriana, y la de Lxs grandes titulistas. Lucila se inscribe tanto en la primera, de escasos integrantes pero pujante y en la segunda tal vez única en la matrícula, pero a la espera de que abra sus inscripciones.
La artista menciona la lentitud de su proceso de trabajo, y reconozco una serie del año 2018 pequeñita de dibujos en tinta, ligeros y modestos en su inmediatez. No insisten, varían. No invaden, templan: Tomo para mí / lo que del mundo/ espero que no/ cambie/ habiendo dejado atrás/ en el mundo/ insistentemente/ en cada cosa/ en todas las cosas/ lo que de mí/ lo que en mí/ cambió ya/ para siempre. Dice Eric Shierloh en uno de sus poemas de Variaciones sobre cerrar los ojos.
Entonces, cambio y detenimiento, Lucila toma del mundo para sí, y felizmente también para nosotros, pequeñas situaciones como las que se ven en el video que se proyecta al fondo de la sala donde juncos y ramitas en el borde del río se balancean. Son fragmentos donde la mirada hace foco en el contacto permeable y leve entre el agua y la costa. ¿Es repetición la del junco cuando se agita por el agua? aparece, entonces, ese movimiento inevitable que pregona el título de su muestra en Aura. Pero ese movimiento del cual habla Lucila, ¿Cuál es? Dónde está? quien lo ejecuta? ¿Cuándo sucede? uno va hacia el arte tanto en búsqueda de preguntas, como en búsqueda de respuestas:
Estas obras forman parte de un primer núcleo que contiene “Variaciones” y “Tres secuencias de tiempo”. El segundo núcleo se llama “Catálogo de fallas”.
El montaje enfatiza la división con un tabique central casi al medio de la sala entre ambos núcleos.
Si en el primero las variaciones están más próximas a “lo vivo” donde el agua, la tierra, el aire y los sonidos, hacen un poco lo que les da la gana, en este segundo se trata de la variación como un error propio de la mecánica constructiva. La ilusión de la fidelidad en la reproducción, de la cuantificación del rendimiento, de la sobre garantización de resultados, de la precisión logística en tiempo real y de la celeridad ascética contemporánea, se hace pedazos y estalla.
Piezas cerámicas que simulan herrajes u ornamentos, de factura artesanal, rustica. Montadas en el piso y en la pared. Sin tarimas. Por momentos nos muestra el todo sin la ausencia y por momentos la ausencia sin el todo.
Lucila dice que en estos trabajos exploró aquellas tramas rotas, interrumpidas o desalineadas, donde falta una parte, aparece una fisura o un parche.
Se me viene a la cabeza la infame frase de Ramiro Marra en la que proponía que “Los que están preocupados por los fisuras, les pueden ofrecer su casa”…
Aquí abrazamos a lxs fisuras porque lxs fisuras somos nosotrxs, porque los y las artistas que producen su obra quitándole horas al sueño, demorando pagos, aplazando para mañana frente a otras urgencias su hacer luego de una larga jornada laboral son fisuras, que en el mirar desde el colectivo urbano las rosetas y otras formas decorativas y reiterativas de paredes, pisos, rejas o tejas hay fisuras, y que la fisura no está afuera sino que es intrínseca a las cosas, y que es cuestión de paciencia y detenimiento reconocerlas, pareciera decirnos Lucila…Y sumo yo, presentar un proceso de laburo de casi 7 años, frente a la urgencia de la novedad instagramebale, es también una fisura.
Hay una escena de Tarkovsky en youtube de la película The mirror. En ella un señor de aspecto de viajante, en el medio del campo se sienta sobre un cerco de madera, la madera se quiebra, el hombre cae hacia atrás y se ríe. La mujer que lo acompañaba le pregunta por qué se alegra tanto y él le contesta, recostado en la hierba, con su nuevo punto de vista “me he caido, y veo cosas… raíces… arbustos…¿nunca le pareció que las plantas sienten, meditan, hasta entienden, los árboles, este avellano? no corren a ningún lado. Nosotros corremos, azorados. decimos cosas banales. Es porque no creemos en la naturaleza que llevamos dentro… (ya de pié) todo es desconfianza, prisas.”
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*La exposición se puede visitar hasta el 15 de junio en AURA (Sala Antequeda: Alameda de la Federación 557, Paraná), los martes y miércoles de 9 a 12.30 y jueves, viernes y sábados de 17 a 20.
*Fotos: Secretaría de Cultura Entre Ríos.