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No dependemos de nosotros mismos. Somos un país grande pero chico. Ya se sabe que las elecciones en EEUU repercuten acá. Mañana martes, escribo el lunes, el gran país del norte tendrá nuevo presidenta o presidente. El barrial del fondo lo mira.
Según las encuestas gana Trump. Vemos los posteos de Mick Jagger y sus hijos, Jennifer Aniston y Eminem que se la juegan políticamente por el partido demócrata. Nos ponemos contentos. Le damos like a esos posteos. Nuestros referentes culturales se la juegan, la cultura mundial se volvió una unidad básica. Paradójicamente el mundo entero se vuelca a la política pero nada parecería cambiar de fondo el paradigma de una sociedad mundial tecnológicamente poderosa y re contra neoliberal.
El universo se expande como el capitalismo se expande, también la estupidez, como dice un verso de Ariel Delgado. El capital encuentra la manera de bañar su barro y su sangre para seguir reinventándose, y continuar limpito, como si nada malo haría.
Derrota total.
Si gana Donald, Milei va a tener un empujón anímico en su peor momento como presidente. Un gran golpe de suerte. Si gana Kamala, a la Argentina se le arma un quilombo. Sería épico ver a la primera presidenta mujer de los Estados Unidos. La jugada de la rosca internacional agarra al peronismo medio palomeando. Una foto de Cristina y Kamala. Repito a la Argentina se le arma un quilombo. Y quizás el quilombo es el mejor terreno donde el peronismo puede armarse. No quilombo no peronismo no party.
Pero bueno no nos adelantemos. Es lunes y llueve. Estoy en Paraná, tomo mate y me compró en dieciocho cuotas un ventilador a control remoto en el cyber monday. Aunque todo este mal yo apuesto a la deuda. El crédito es futuro.
No quiero alejarme de un pensamiento. Gane quien gane la nueva fase del capitalismo seguirá expandiéndose. Leo un libro de Byung-Chul Han Psicopolítica. Habla de un mundo inclinado hacia la positividad. Las redes sociales nos volvieron agradables, el botón o el corazón del megusta nos sedució demasiado y nos suavisó.
El culto a la amistad como trinchera a refugiarse del quilombito que se arma bajo el cielo amoroso de a dos. Un mundo donde todos somos microempresarios competitivos. Y ni siquiera nos dimos cuenta cuándo nos volvimos esto. La nueva fase del capitalismo logró que cada uno se sienta contento de ser explotado. Una bomba de carne humana reventada libremente a través de la alienación de las horas que pasan. El tiempo soportado por ansiedad calmada con dopamina.
Hay plata para comprar entradas a recitales, viajar, ropa, libros, ir a ver fútbol, membresías, drogas, etc. Somos felices compramos, no necesitamos al otro para nada. Pero la felicidad es pasajera lo que queda es la depresión post consumo. En un mundo individualista ya no hay mecha ricotera del lado donde pararse. La dinamita está dentro de nosotros y explota inconciente.
Básicamente eso dice el filósofo nacido en Seúl en el 59’ que da clases de arte en Berlín.
Todos somos necesarios para la proyección fatalista en la historia financiera. Yo no sé si murió la historia lo que no para de nacer es el capital. Así que si gana Trump o Harris es lo mismo.
Nos volvimos empresas. Lo colectivo es pura ficción o hacemos otra marcha da igual no cambia nada. Lo real es la competencia. Todos adentro llevamos un pequeño Galperín. Personalidades típicas de esta época. Figuritas que pasan ¿Dónde está el dolape Jeff Bezos? Ya nadie habla de él. No va a faltar alguien que se lo tatúe en el hombro, a Galperín digo.
La semana pasada fue el cumple de Diego. En cada foto que veía, no podía creer el tatuaje del Che sobre el deltoide de Maradona. Qué figura de la cultura popular hoy en día tendría esa fuerza en el brazo para llevar semejante ideología política dibujada de por vida. Me deprime ver a Colapinto con la gorrita amarilla de Mercadolibre. Y eso que el personaje de Colapinto me cae bien. Que gane Trump o Harris es lo mismo. El mundo va a seguir siendo bastante bobo y sin pathos.
La lluvía paró. El cielo materializa un gris cemento. Se escucha a lo lejos el ruido del motor de un transporte público. Una paloma planea de un piso alto a un techo de zinc un toque más bajo. Miro por la ventana. Soy un escritor de sentado. La alarma del ascensor chilla. Las elecciones en los Estados Unidos de América son mañana.
Derrota total. Da lo mismo quién gane. Así que no sé qué hago esperando.
No gana el que tiene más votos. Se vota un martes y no son obligatorias. No se puede votar por internet pero si por correo lo que se denomina voto ausente, cosa que no entiendo de lo absurda que es. No hay ballotage.
El método más común utilizado en las elecciones estadounidenses es el escrutinio mayoritario uninominal, en el que el candidato con mayor número de votos gana la elección. Bajo este sistema, un candidato solo requiere una pluralidad de votos para ganar, en lugar de una mayoría absoluta.
Hace días que no paro de pensar en una barra de una canción del nuevo disco de Duki. Para mí Mauro Ezequiel Lombardo Quiroga es para esta generación lo que para las anteriores fue Carlos Alberto Garcia Moreno. La barra en cuestión dice “no terminé el secundario/ y construí mi empresa”
Duki solo toma la voz del mundo actual neoliberal con microcélulas con corazones competitivos, libres y empresariales, con el deseo focalizado en el capital y el éxito. Lo que provoca depresión a nivel psíquico si el objetivo no se concreta.
Charly nos hablaba de dinosaurios desaparesidos en la cama. Duki no para de decir que es el más grande, el que tiene más plata. No lo crítico. En su voz encuentro el amor propio individualista de la época. Prohibido fracasar.
Ser lo menos es lo peor. Nadie quiere ser menos que nadie.
La vieja política del siglo pasado parecería no contemplar estas nuevas personalidades. Por eso no entendemos aún cómo es que un rappitendero odia a un sindicalista y volvería votar por Trump o Milei cada vez que le pongan una urna delante de las narices. Volverá a elegir mil veces su exclavitud libre sin vacaciones pagas ni cajas navideñas.
Lo que quedó vieja es la clase media. El proletariado es la vanguardia.
No hay que comparar a Donald con Javier. El primero es un ultranacionalista que quiere repatriar el trabajo de la vieja industria pesada de Detroit sindicalizada que ahora vive en los países asiáticos con fuerza de trabajo en negro. Milei no tiene proyecto de país solo quiere tener la razón del déficit cero acortando el rango de movimiento semiindustrial de un territorio deteriorado. Confiando más en la ambición de los ricos que en el exceso de los que menos tienen a la hora de manejar el dinero. Y que caiga el que tenga que caer ¿Qué puede salir mal? Todo.
La derrota es total. No sé que hago espetando. Hasta el cierre de este diario. Gana Trump.
A lo que voy es que Milei parece estar más al ritmo del mundo competitivo, solitario y de supuesta libertad esclavista que la vieja política. Supo domar un poco la era. Subiéndose al caballo, con peculiar cabello, de este nuevo paradigma neoliberal efímero-financiero.
Pudo captar mejor que los viejos partidos políticos del siglo XX a estos nuevos sujetos sociales. Más misántropos que gregarios. Mis amigos progres van a decir que me volví libertario, ya fue. Como un sujeto de esta época mi yo está grande y resiste. Yo solo quiero pensar. Y seguir pensando. Y pensar más.
Lo que más nos hizo humanos es lo que más estamos perdiendo. Estamos perdiendo todos, en ese sentido si que estamos unidos.
Creo que ganó Trump en los Estados Unidos. Si gana Harris es lo mismo. Así que ya fue me voy a dormir.
Creo que hasta acá estuvo bien
nos vimos el próximo miércoles.